POSVERDAD

POSVERDAD:  una oportunidad para reflexionar sobre la sociedades desarrolladas.

¿Por qué analizar la “posverdad“? ¿Por qué estos procesos tienen tanto impacto en la vida social y política?.  Al fin y al cabo, es sabido que la manipulación y ocultación de los hechos, la interpretación interesada de los mismos, es tan antigua como el poder, sin embargo nunca han tenido tanto impacto, ni consecuencias tan graves y por ello merece considerar los diferentes factores que intervienen e intentar comprender su funcionamiento.

Definiciones

Según el Diccionario de la RAE el término posverdad se define como “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones  con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales“.

Tal vez resulte algo más precisa la definición de Wikipedia al calificarla como “neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales“.

Así pues, se trata de la intención de falsificar la realidad de los hechos, con el propósito de generar una realidad alterna, fabricada, con el objetivo de defender posiciones políticas o intereses económicos, apelando a las creencias y las emociones y seleccionando sólo los datos que la respaldan, ignorando aquellos otros que dan cuenta más acertadamente  de los hechos que se pretenden explicar.

La importancia y consecuencias de estos procesos en las sociedades desarrolladas actuales ha promovido el estudio de los mismos, resultando conveniente para su comprensión, delimitar las condiciones en que se producen y,  dado que se trata de procesos de comunicación e influencia, las motivaciones y actitudes de sus emisores y receptores.

El contexto histórico y su materialidad.

Dado que el término aparece con intensidad desde principios de este siglo en relación con la política de los llamados países desarrollados cabe preguntarse si es un fenómeno nuevo. En absoluto, porque aunque la mentira y la construcción de “relatos legitimadores de las acciones del poder” es tan antigua como el mundo, el contexto histórico incorpora novedades determinantes  tales como las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), capaces de crear nuevas “oportunidades de manipulación” mucho más potentes y tal vez este haya sido el motivo de utilizar el neologismo.

Poder, conocimiento e información están interrelacionados y el  poder necesita crear relatos que justifiquen sus acciones e intereses, no siempre coincidentes con los de la mayoría.  Los ejemplos en nuestros tiempos abundan, ya sean por intereses económicos, de modelo productivo, geopolíticos etc., y así las tabacaleras pretendieron convencernos de la inocuidad del tabaco, las petroleras de la inexistencia del cambio climático y la Administración de George W. Bush de una larga serie de mentiras que han acarreado mucho dolor y quebrantos económicos, dicho sea para simplificar.

No es nada nuevo que los medios de comunicación construyan sentido, significado, interpretaciones de los hechos, pero la potencia de las actuales Tecnologías de la Comunicación y la Información han magnificado su capacidad de “construir realidades”…. lo que no aparece en los medios, no existe.  Como quiera que en su mayor parte están ligados y subordinados a los intereses económicos y políticos que los sustentan, no es nada extraño que estas interpretaciones de la realidad resulten cuando menos sesgadas, interesadas.

Los intereses económicos aludidos son también hoy en día de una magnitud antes desconocida. La globalización económica y el modelo neoliberal han hecho posible el desarrollo de empresas con un poder económico al que ningún gobierno puede ignorar y mucho menos, los medios de opinión. El cambio de modelo económico y la desregulación de las finanzas p.e., nos llevaron a la crisis de las hipotecas subprime y a pesar de los intentos no ha sido posible avanzar en la regulación del mundo financiero con lo que estamos abiertos a nuevas crisis, sin que quienes argumentan en este sentido tengan eco mediático.

Información, comunicación y conocimiento.

Gobiernos, partidos políticos, poder económico y medios de información interaccionan, construyendo realidades alternas, fabricadas, legitimando sus acciones. Al cribado de datos (resaltando aquellos que apoyan sus posiciones) y la interpretación sesgada de los mismos se añaden técnicas de persuasión propias de la industria publicitaria, apelando a sentimientos y creencias. Se insiste una y otra vez para conseguir el efecto deseado.

La esperanza en que Internet, las redes, se convirtieran en un foro democrático de debates, en una fuente de información plural capaz de aportar conocimiento y favorecer debates serios, se ha visto parcialmente frustradas. Las falsas noticias, las informaciones interesadas, la sobreabundancia de información, etc., no favorecen la creación de criterios fundados en conocimientos contrastados a menos que de antemano el internauta tenga claro como orientarse para navegar y contrastar opiniones.

Tras la supervivencia y el afecto, la seguridad es una de las necesidades humanas básicas y, de modo instintivo buscamos el amparo del grupo, de aquellas personas con las que compartimos afinidades, intereses, afecto. La identidad, apoyada en creencias y valores, nos orienta en nuestra conducta, determinan nuestras actitudes. Cuando los datos contradicen nuestras creencias y valores están poniendo en cuestión nuestras referencias, nuestra identidad, de modo que  reaccionamos consistentemente de forma negativa ante ellos. En las redes, la denominada burbuja de filtro selecciona las informaciones que buscamos en base a búsquedas anteriores y los grupos en los que intercambiamos éstas se convierten en una cámara de eco en la que, por lo general, la pluralidad se reduce o desaparece y las actitudes se extreman, se radicalizan: las redes, en general,  refuerzan las creencias.

Estamos en la sociedad de la imagen, de la tecnología, de las culturas de consumo: cualquier aspecto de la vida se mercantiliza y convierte en objeto de consumo, incluida la educación, en la  que la especialización de los currículums se orienta hacia la tecnología, arrinconando el conocimiento que no esté ligado a un interés económico. El prestigio y la autoridad que tenían las fuentes de conocimiento científico ha decaído y goza de mayor reconocimiento la tecnología. Todo ello repercute en la educación de cada ciudadano, dificultando la formación de valores y criterios ante los asuntos sociales y políticos.

Para colmo de males, las propias fuentes de conocimiento científico, las universidades, tampoco pueden sustraerse al imperativo que supone tener recursos financieros para sostener los programas de investigación. Así, por ejemplo, los informes científicos sobre el cambio climático fueron en su principio descalificados por otros estudios científicos realizados desde universidades, en buena parte debido a la complejidad del hecho y también a los intereses económicos y políticos que propiciaron desde el principio la ceremonia de la confusión, hasta que la gravedad del problema se impuso.

Vídeos relacionados con el tema:

Copiar enlace:   https://es-la.facebook.com/HannahArendtTv/videos/posverdad/1288435508034115/

Segundo vídeo: pinchar aquí o copiar enlace:

Lorenzo González

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